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Tesitura del Cielo










La niebla se hunde.
Se oculta el bosque manso
y habla el silencio.



T
esitura del Cielo
(De "Circunstancias", Los Libros del Mississipi, 2023)

Zahoríes. Poema






Lanzo un grito hacia el campo de amapolas
que guarecen mis costillas
y todos los parásitos se esfuman
y el cortejo del grajo se deshace
ante el viento del norte que me besa
con largos brazos invisibles.

Me dejo acariciar y me pronuncio.

Nombro el agua que emana de las nubes,
la curvatura azul de los ancianos,
la honorable osamenta de los cuerpos,
la cuchara sumergida en la sopera,
el deleite que mana de los juegos,
la humedad de los campos en octubre
y me asomo a mis ojos cuando niña
para nombrar mis manos mansas y pascuales
porque son la raíz de mi existencia.

Ocurre entonces, sólo entonces,
que lloro y me soy agua
y llego al mar.





Laura Gómez Recas
Zahoríes (Huerga y Fierro, 2020)

Fotografía
thenatureandthebeauty.tumblr.com

Soneto del beso






Parecido a la mar, agua blandida,
es el beso que sale de tu boca,
se implica en el silencio que te invoca
y muere sobre el labio y se suicida.

Parecido a la luz anochecida,
que es vislumbre tardío que equivoca,
cuando yace en la noche y la sofoca
y muere entre las sombras confundida.

Y es sonata que aturde y casi mancha, 
albricias, el idioma del verano,
silbo, abono, tifón, furia y ternura.

Y es orvallo, diluvio y avalancha,
tintura con pericia de escribano
que rubrica en mi amor su dictadura.



Laura Gómez Recas

Fotografía: Ferdinando Scianna
Venecia, 1959  


Publicado en La Hoja Azul en Blanco. nº 26 (2022)
(Verbo Azul) 



Epílogo



De esta tierra me llevo el color amarillo de los tilos,

la sinceridad clavada en el suelo del minúsculo jazmín

y un polvo seco y taheño entre los muslos,

adquirido con lentitud y decepciones.


Quizás la lluvia llegue algún día

y riegue las trincheras

abonadas por sangre asesinada,

puede que aún se vierta al mar

la tragedia de los ríos

cuando deje la sequía de azotarnos.


Puede que después de tanta sed intempestiva,

las piedras de la historia nos alumbren

y escribamos un poema a la muerte de Caín.

Laura Gómez Recas
de Zahoríes
Fotografía: "Sweetpeapath", de Tim Lee 


 

Zahoríes. Un poema de La ruta del agua


Quiero emprender caminos y alegrarme,
elevar la piel sobre las dunas
que añoran el llanto de los ríos
y volver a ser, entre la sombra,
esa parte de luz que da la vida.

Ahora que la tierra ya no es fértil
y avanzan los desiertos execrables,
intentaré encontrarme con el agua
que nutre la templanza de los deltas
y atizar el rescoldo de los panes
que tembló en el zaguán de esta mi piel.

Quisiera ser de nuevo la semilla voraz
que al aire reta y en agua aumenta
y olvidarme después
y confundirme
entre las copas altas de los robles
y el hallazgo infantil de los arroyos
tapizados del verde
que el cristal de las aguas da a los barros.

Laura Gómez Recas
Zahoríes (Huerga y Fierro, 2020)

Fotografía: ShiroDani



Un poema de Zahoríes


Nos quieren muertos
y con ese odio han vaciado los estanques
y han dentado al hambre
en el inmenso territorio del desierto.
Pero hay humedad en nuestros ojos
y el cilantro acicala nuestras manos
contra la meseta del olvido.

Somos ayer, mañana somos,
territorio somos, manantiales,
de la raíz, abono, de la espiga
para salvar la vida y la palabra,
la inteligencia, el brote de las yemas,
las manos cartográficas del abuelo,
el vino de la mesa del domingo,
los panes de la sílaba latina
y una vasta extensión de girasoles.

Laura Gómez Recas
Zahoríes, Huerga y Fierro, 2020
Imagen: Acuarela, Jaime Gómez Recas

Disponible en librerías, en Amazon y en Huerga y Fierro,
solicitándolo a la dirección de email: infoweb@huergayfierro.com


Esta es mi respuesta


Esta es mi respuesta, réplica a tu beso.

Sabemos del cartógrafo del tiempo,
sabemos de los grises,
de lo oscuro que augura
y elogia del intruso las pisadas.

El mismo mar me prevalece,
la última curvatura de horizonte.

Me encuentro aquí, sobre tu mapa.

Delineante de tus labios,
repaso el cerco que es de piel
y te contiene.

No puedo descartarme del tablero.

Toda mi sangre estalla o hierve,
relata mi vida entre tus brazos,
o llena de cascadas, de febreros,
un París metafórico y perdido.

La gavilla dorada de tu amor
ceñida por mi tallo
en el trigal.


Laura Gómez Recas
Revista Troquel, 2012
Fotografía: Laura G. Recas

El lento caminar





Centro tu voz
en un secreto
que vela mi conciencia.

Extraño el oleaje del trigal,
el saz vencido hacia las aguas,
el río acontecido en el murmullo,
la canción agreste hacia mi oído.

Extraño la calle mojada,
la destreza del retraso,
el lento caminar
y la parada.

Laura Gómez Recas
De "Llámame azul"
Fotografía: Laura G. Recas

Tiempo




Imagino en el viento la mudanza
que devasta mi vida
porque del aire sea la tristeza
y con él huya.
Tiempo,
agujas cabalgando
sobre una exactitud inevitable.
Tiempo,
nube que en cielo de azules
licua y disuelve
del amor esa parte más tierna.


Laura Gómez Recas
Huella de un caz (Lastura, 2014)
Fotografía: San Pedro, Lovaina,
de Laura G. Recas

Barras




En las barras de bar casi todo es relativo, excepto las esquinas absolutas del mar, tan a la vista en los vasos de bourbon. Nada es lo que parece y todo parece distinto. En sus lechos brillantes,  se acomodan la vanidad, el ingenio, la tragedia y esa lágrima capaz de resbalar dulcemente y hacer una mueca legendaria en la memoria del último náufrago de la absenta.

Sin miedo al ridículo o al futuro, la desnudez en el extremo oriental de lo auténtico.

En las barras de bar nace el placer más austero, el que llega con la soledad de la noche y con su silencio. Son un lujo incoherente al fracaso y la derrota, donde fondean los pecios huérfanos de Ulises y se dictaminan las sentencias más antiguas. El cristal purifica la palabra  con el semblante del barman por testigo y, en un litigio onírico, el ámbar del Cardhu de 18 aboga por los labios incesantes, aunque el corazón, en estos casos, suele pactar con los relojes para ganarle algunos años al olvido.

Sin miedo al llanto o al pasado, la sinceridad en el extremo occidental de la tristeza.


Laura Gómez Recas
Fotografía: Marc Riboud



Hojas amarillas






Déjame pensarme dentro del baile
de las hojas amarillas.

No deseo templanza de razón,
ni extraviar la mirada
curvando el horizonte de las aguas.

Déjame balancearme en el gozo
que confiere el azar
al radiante descenso hacia la muerte.





Laura Gómez Recas
Fotografía: Laura G. Recas

Las hojas en septiembre






¡Suelen rendirse las hojas en septiembre!
Llanean sobre el viento y se desahacen
en el beso silencioso de la tierra.

El mar está lleno de claudicaciones,
y la geografía de mi mapa
y los arrecifes de luz de los veranos.

Vivir es remansarse
tras dejarse la sangre entre las piedras
que alfombran el lecho de los rápidos.








Laura Gómez Recas
de "Llámame azul" (2012)

La hormiga




Hay una hormiga entre dos piedras marinas, varadas entre mi mundo y el mundo del agua.

El aire dibuja surcos en mi cara y separa mis pestañas. Soy un anfitrión que perdió la paciencia y añora su soledad.

La hormiga se entretiene demasiado, por eso le ayudo con el gesto de un dios. Una dádiva que no acierta a comprender, tan aleatoria como nuestro encuentro en un lugar que no me pertenece.

La juzgo extraña en la playa, pero creo que es ella la que me ha marcado con el signo del intruso. Porque ella se sabe de aquí, de la rompiente.


Laura G. Recas

Copla sevillana



Triana es la perla en Sevilla,
la Esperanza, en la Pureza,
la Alboreá, en San Jacinto
y en el Betis, la ribera.

Laura Gómez Recas


Anida bajo piel




Anida bajo piel, encadenada
al sentir y deber del alimento,
hecho fuego voraz, hecho sarmiento
como única verdad calcificada.

Anida bajo piel, la vuelve alada,
trepanando el vil hueso ceniciento
hasta llegar al alma, en un momento,
y convertirla en alma enamorada.

No habrá noche de oscura letanía
ni lágrimas de llanto escarnecido
ni cenizas y polvo en tumba umbría;

amor, como un milagro amanecido
que devora la sangre y desconfía
de espíritu, razón, vida y sentido.




Laura Gómez Recas
Fotografía: Jacqueline Lourter

Paradoja








Dicen que la mentira tiene unas patas muy pequeñas. Pero no es cierto. La mentira navega libre sobre las aguas del arroyo con el jolgorio afín a sus riberas. Es rápida, sagaz y divertida y, entre los juncos, las hierbas y los musgos es capaz de perfilarse como portadora de una gran amistad, aunque lleve en la bodega de su nave una pestilente carga de rencor y vanidades.

La verdad, sin embargo, es muy austera. Es silenciosa, tímida y oscura. No osa alimentar curiosidades y, paradoja, es temerosa de no ser creída. Por eso avanza sobre el lecho del cauce entre los fangos, las truchas y los cantos. Y, por el verdín que cría el agua sobre ella, es de difíciles encuentros y capturas.

Es por eso que los mentirosos consiguen sus propósitos, engañan voluntades y ensucian cuanto tocan ante la atónita mirada de quienes alimentan la honestidad en su interior.


Laura Gómez Recas
Fotografía: Mayda Mason

Sola



Quiero prensar el alma,
anidar en las paredes.

Vuelvo a ser, yo sola frente al mar,
un puñado de arena
penetrado de tiempo y de mentira.
Me disuelvo y, oscura, no soy nada.

Descienden las palabras,
me empantanan de muerte
y tiemblo
entre vómitos, sangres y vacíos.

Laura Gómez Recas
20 de junio de 2012


De la muerte. A Larra






De la muerte, la lápida impasible
la oscura trampa que habla del abismo,
la frialdad inquieta y a deshora,
la mordaza en la boca y en los besos,
un vacío fatal entre los brazos.
De la muerte, distante y fabulosa,
solo nos queda el sosiego involuntario
y el temor de no ser, o ser su olvido.

Llego con la deriva entre los ojos
y oigo el sonar doliente de los versos
que no tarda en llorar sus melodías
sobre la tumba que hoy yo estoy llorando.
Ya somos dos. Tú eres y yo soy
por recibir el barrunto de la lluvia,
dos islas de memoria entre el olvido.

Yo abonaré la tierra con tu nombre
sondearé tu tumba con mis manos
vendimiaré palabras de las piedras
profanadas con letras y silencio,
para ser de tu texto voz y estrella
en este otoño que sabe de la muerte.


Laura Gómez Recas
Lectura sobre su tumba en Réquiem de Otoño

Fotografía: Brandan




Creí



C
reí hallarme en la isla, 
en la única manzana del inhóspito mar.
Di fe con el aliento,
sufragando el calor 
que a sus costas llegaba.

No dudé nunca del sueño,
ni del milagro,
ni de la luz.

¿Cómo narrarme ahora
dentro de una nave de silencios,
cómo contar las lágrimas sin nombre
que horadan cada día
un voraz agujero en mi desván?

Tengo la voz uncida a la garganta,
podrida  la salud
en la frecuencia de una ola imaginaria.

¿Cómo no ser muerta a cada paso, 
en cada escalón que el pulmón reclama,
     si tengo en la cintura su nido, su vanguardia
y debajo del mantel toda la vida?



Laura Gómez Recas
Revista Imán, 2012

Preces



Busca hacia el este una pagoda luminosa
donde quepa toda la selva de tu luz
y llévame a morir,
extenuada de ti, lumínica.

Laura Gómez Recas