La invisibilidad de los dioses. Creo en ti.


Para ella,
mi único dios y mi vergüenza.


Quisiera no existir,
no haber abierto la puerta del útero,
no ser pulmón que exhala y que contiene,
sino una nada y una ausencia de materia;
de la anchura del cosmos, intervalo;
nada humano, ser cosa sideral
atascada en el odre sin fin del universo.

Pero soy, veo, siento
y salí a la luz
por la rotura infame a la placenta.

Y

soy reflejo de su imagen, la de ella,
soy yo misma acribillada de miradas.
Soy yo, de pura vergüenza,
vertida a la desidia de mis brazos,
anclada en lo inmóvil de la pompa.
Odio la carne que reduce mi piel
a ser yo misma,
renuncio a mi parte del canal humano
de esta especie.

No hay dios.

Por mi culpa, grandísima culpa,
por mi silencio aplastado,
por la ausencia de los ánimos,
por la culpa atorada en mi cocina…

Yo te beso hoy, desde la imagen
al periódico ascendida…
santificada seas, mujer,
verdadera diosa de mi cielo,
puro altar de altar humano…

Creo en Ti, Todopoderosa,
Señora, Hija Única de la Tierra.



Laura Gómez Recas
Fotografía: Mujer enferma de cólera en Haiti.
En una acera, a pocos metros de un hospital.
Desnuda y sola. Invisible.
Ha sido portada de la edición de Madrid del diario "El País"
Jueves, 18 de noviembre de 2010

Antesala de un naufragio



Puede que las sombras me hablen y yo no escuche,
si la lentitud de la serpiente adora el recorrido de mi cuerpo
y la fragancia vocal que alienta mi garganta
cuando tu nombre hace de ella su guarida en lo oscuro.

No sé si siento más las fauces del silencio
que el pulso reiterado de la sangre entre mi carne,
deshuesada por ser única morada de tus manos
en un sueño, por incrédulo, indecente y reducido...

Siento la pérdida en la distancia que da la arena
cuando sazona el mundo de desiertos;
sin rumbo exacto, en la escala de un mapa ebrio,
cuando el velamen cava su tumba
en el casco de esta nao novia del naufragio,
amante del escollo, imán del farallón que hay en tu costa.

Volteaste el eje de la tierra
cuando arrasaste la cubierta de mis ojos
con una lengua de espuma, en caricia libadora.


Laura Gómez Recas
Fotografía, de Brandan